jueves, 2 de febrero de 2023

Las ciudades frente al cambio climático. El caso de Vilagarcía de Arousa

Luisondome

El Rio Con en las inundaciones de 2006

Nuestro clima se ha vuelto loco, y lo peor de todo es que nos está volviendo locos a todos nosotros. Estamos en Enero, y hemos pasado medio mes con un frío del carajo, pero aún no ha finalizado Enero y tenemos un tiempo precioso, con un Sol de justicia y un calorcito a las 3 de la tarde que meteorológicamente nos situaría en el mes de  Abril-Mayo.


Las tiendas no venden las ropas de invierno porque el tiempo no anima a gastarse el dinero en una ropa para un frío de 15 días. Ello afectó a las rebajas, pues se retiro gran parte del material objeto de la oferta. Recientemente, las calles de Vilagarcía se inundaron de nuevo un par de veces por las copiosas lluvias, y lo mas grave no es el hecho en si mismo, sino el aumento de la frecuencia con que se producen las inundaciones, y la gravedad de los daños que estas causan, que son cada vez mayores.


Esto sucede porque en nuestra ciudad existen problemas estructurales que se conocen desde 2006, fecha en la que se produjo la gran inundación, y que aún están ahí sin resolver. Me refiero a la adecuada evacuación de las aguas pluviales que caen sobre la ciudad, que presenta deficits graves, y al problema de la desembocadura Del Río Con, el cuello de botella que recoge las aguas pluviales de la comarca y que las conduce a su desembocadura en el puerto a través de un par de agujeros que discurren bajo la calzada, y que no dan abasto cuando la nube se vacía sobre la ciudad.


Las olas de calor y frío a destiempo, como las que estamos viviendo en los últimos días, la sequía, las inundaciones, la subida del nivel del mar, imperceptible a primera vista, pero que ahí está, y los otros fenómenos meteorológicos adversos, tienen un gran impacto sobre las ciudades. Sobre Vilagarcía también, y no sabemos hasta que punto la situación puede empeorar en el futuro. Existen previsiones, las provenientes del IPCC o las de Climate Central para el nivel del mar, previsiones que pienso que nuestros dirigentes desconocen, pues si las conocieran ya tendrían que estar discutiendo de mejor manera de prevenir los daños causados por los eventos producidos por el cambio climático.


Siendo así, varias preguntas podríamos hacernos. Por ejemplo: ¿Son las ciudades españolas resilientes al cambio climático? ¿Lo es Vilagarcía y su entorno? ¿Qué medidas hay que tomar para mitigar el impacto y qué se está haciendo para solucionarlo? ¿Que objetivos se plantean para adaptar nuestra ciudad al cambio climático? ¿Tiene claro nuestro Alcalde qué es la adaptación al cambio climático y como llevarla a cabo? 


Se habla de resiliencia climática. Resiliencia, adaptación, lo sé, hay mucha confusión en general. Pero, en cualquier caso, es poco probable que entendamos lo que significa la adaptación sin entender, de forma global, el gran reto que supone la emergencia climática para nuestra sociedad, para las ciudades, y en concreto, para Vilagarcía. 


Quitar asfalto y renovar la edificación


En la lucha contra el cambio climático, existen dos frentes. El primero es la mitigación, que engloba todas aquellas acciones para reducir emisiones de gases de efecto invernadero (el famoso CO2, entre otros). Las ciudades son responsables de nada menos que del 70% de las emisiones de estos gases a nivel mundial. Por tanto, reducirlas es un elemento indispensable en la emergencia climática. En España hay casi 11.000 municipios que se han comprometido a reducir sus emisiones en un 55% para 2030 y llegar a la neutralidad en carbono para 2050. Desconozco si Vilagarcía está ente ellos, y si lo está, convendría conocer en que punto de la reducción estamos actualmente.


¿Qué medidas se están planteando para llegar a estos objetivos? 


Por ejemplo, impulsar las zonas de bajas emisiones: se actúa sobre los centros urbanos, delimitando las áreas en las que se veta la entrada de vehículos de motor. De hecho, 2023 será un año en el que tendremos que evaluar si hemos hecho bien los deberes: la ley de cambio climático y transición energética aprobada en 2021 por el Gobierno obliga a todos los municipios españoles de más de 50.000 habitantes a tener zonas de bajas emisiones. Ahí están Barcelona y Madrid liderando el proceso. Vilagarcía está fuera de la obligación legal, pero puede y debe de estar comprometida a nivel local con estos objetivos, sin embargo si se limitó en los últimos años la circulación de vehículos con motor de combustión por el centro.


Se han creado unos cuantos kilómetros de carriles bici, que atraviesan algunas zonas de la ciudad, pero no se están usando como debieran, y si embargo la principal vía de circulación de bicis y patinetes de la ciudad caree de carril bici, lo que constituye un peligro para los paseantes que caminan por la principal via peatonal de la ciudad. No tiene sentido, por lo que el gasto dedicado a tal fin parece mal planificado, pero esto lo dejaré para otro artículo.


En Vilagarcía por ejemplo también tenemos una edificación deficiente en términos de eficiencia energética. Se nos va el calor o el frío, dependiendo de la época del año, por todas las rendijas. Hoy en día al precio que está la energía, es un desperdicio que sale muy caro.


También hay otros muchos ámbitos de nuestra vida urbana que necesitan un repaso. En el Plan Avanza Vilagarcía se han identificado algunos de estos. Pero uno de los más importantes es la renovación de nuestra edificación. Tenemos un legado construido muy importante y bastante deficiente en términos de eficiencia energética. Se nos va el calor (o el frío, dependiendo de la época del año) por todas las rendijas, y se  necesita mejorar la envolvente de muchas de las fachadas y empezar a invertir en energías renovables que alimenten nuestras viviendas, especialmente en placas solares.


Zonas afectadas por la subida del nivel del mar con un aumento de 2ºC y 4ºC respectivamente


Y hablando de calor, casi se nos está olvidando hablar del segundo reto: la adaptación a los impactos del cambio climático. Pues bien, todas estas emisiones, estos gases, los que hemos producido durante décadas, y los que no conseguiremos evitar en los próximos años, no hacen más que acumularse en nuestra atmósfera e impedir que las radiaciones solares salgan de ella. ¿Resultado? Nuestra atmósfera se calienta. Se está calentando el aire, los mares y océanos, se están deshelando los polos, están modificándose las rutas que siguen las corrientes oceánicas, lo que condiciona la meteorología de continentes completos y están subiendo los niveles del mar en nuestras costas. Están cambiando las circulaciones de viento globales y por todo ello, se están produciendo eventos adversos extremos, tanto a nivel general, como a nivel local: las famosas olas de calor y de frío, las sequías y las inundaciones. Estos fenómenos, amenizados por una subida gradual de las temperaturas y del nivel del mar, generan numerosos y graves impactos que causan daño en nuestras ciudades.


Areas bajo el nivel del mar con una subida de este de 3 metros


Yo no se si los responsables que gestionan nuestra ciudad y nuestro puerto, conocen los niveles de aumento previstos para la Ría de Arousa en 2050, para un aumento de la temperatura media de 1,5ºC que es el objetivo ODS a nivel global, y que ya se sabe que nos se va a cumplir, con lo que la previsión empeorará seguro.


Areas de la costa de la Ría que quedarían afectadas con una subida del nivel de las aguas de 3 metros


En Climate Central hay imágenes de la previsión sobre un mapa de la Ría, en la que se muestra que las instalaciones portuarias quedarán por debajo del nivel intermareal. También aparecen las previsiones de las zonas inundables en el caso de las mareas ciclónicas. Las previsiones ahí están, pero aun no se conocen los planes para superar estas situaciones, y es ahora cuando estos planes de deben de elaborar, pues llevarlos a cabo puede ser cuestión de años, dada la posible complejidad y el alto coste que pueden llegar a alcanzar.



El urbanismo que ha promovido durante el tiempo de crecimiento en las últimas décadas en nuestra ciudad, no ha sido muy generoso ni respetuoso con el espacio para las personas ni para los ecosistemas. Hemos construido ciudades asfaltadas y contaminadas, dominadas por el vehículo motorizado. Los materiales con los que hemos hecho las ciudades, sus infraestructuras de cemento y hormigón, y los edificios, crean las famosas 'islas de calor' que hacen que en la ciudad pueda haber hasta 10 grados de diferencia con las zonas rurales vecinas. Nuestras viviendas, como decíamos, no están bien aisladas ni ventiladas. Quizá en este punto empezamos a atisbar la ironía de la cuestión climática. Las áreas de acción más importantes para la adaptación al cambio climático en las ciudades son, de nuevo, quitar asfalto y renovar y actualizar la edificación. 


Pero concretando, ¿qué ejemplos de medidas son los más interesantes? 


Se habla mucho de las soluciones basadas en la naturaleza, por sus muchos beneficios ambientales y sociales. Estamos hablando de parques y arbolado en el centro de las ciudades o dunas y marismas en nuestras costas urbanas, esenciales para protegernos contra los eventos costeros extremos (oleajes por marejadas ciclónicas), la erosión y la subida del nivel del mar. En Vilagarcía parece que nos hemos olvidado que no hace muchos años, cuando subía la marea, la Playa de Compostela desaparecía bajo las aguas. Hubo que reconstruirla, y no de la mejor manera, para que hoy podamos estirar la toalla en la arena y tomar el Sol. Toda esa arena, puede volver a desaparecer-


En general, intervenir en el espacio público con espacios más permeables y más sombreados es imprescindible para el cambio climático. La inversión en regeneración urbana, tanto del espacio público como de la edificación, es el eje vertebrador de la adaptación al cambio climático. Algo se viene haciendo desde la actual Corporación Municipal, pero no de la manera mas acertada. Si se está cerrando el Centro a la circulación de vehículos, pero lo que se está haciendo en la Calle Arzobispo Lago es una gran metedura de pata. Ocupar en centro de la calle con esa construcción de hormigón restando ese espacio al ciudadano no es la mejor manera de hacer resiliencia en nuestra ciudad. Entre otras razones porque a nadie se le ocurre construir fuentes ante una amenaza de sequía, y debo de recordar que que en algunas zonas del Salnés, el agua escaseó, y se produjeron cortes en el suministro de agua en el verano, un bien que debemos de ciudad, que no está para derrocharlo en fuentes.


Imagen de la inundación de 2006 en Vilagarcía


También para ser una ciudad resiliente, se debe de tener en cuenta a los grupos más vulnerables de la población, algo que es esencial en estos procesos. Tanto en la mitigación como en la adaptación, generar procesos de transición justa es crítico si queremos que las soluciones sean sostenibles en el tiempo y en el espacio. 


No piensen que está todo por hacer. Afortunadamente, muchas grandes ciudades en España están ya abanderando la lucha contra el cambio climático. Pontevedra, tan cercana a nosotros, es el ejemplo mas claro de ciudad bien gestionada y con un camino claro con la generación de un espacio público de calidad; En Santiago de Compostela también lo están haciendo muy bien, pues pocas ciudades hay que se puedan casi rodear andando de parque en parque, pero aún así, hay mucho que hacer.  


¿Es Vilagarcía resiliente frente al cambio climático?


Vilagarcía registró en 2022 el verano más caluroso desde que comenzaron los registros, con temperaturas excepcionalmente altas, y olas de calor excesivamente persistentes e intensas. Según el Observatori Fabra, en España diciembre fue el más cálido de la historia, con una temperatura media de 12,6 grados. En ambos casos, verano e invierno, se registró una anomalía de +3,9 grados respecto al periodo de referencia de 1961-1990. En España y más allá, se prevé que olas de calor extraordinarias, episodios de frío más agudo, y tormentas e inundaciones, aumenten en frecuencia e intensidad (IPCC, 2021), con mujeres, niños y niñas, personas mayores, grupos racializados y de bajos ingresos identificados como especialmente vulnerables a los daños producidos por los desastres medoambientales.


Esta vulnerabilidad no proviene tanto de características biológicas o geográficas, sino más bien de desigualdades históricas de desarrollo urbano, que permiten que algunos grupos se protejan de los riesgos del cambio climático o se adapten más fácilmente a sus consecuencias que otros. En este sentido, ser resiliente como ciudad significa responder no solo a los impactos directos del cambio climático, sino también hacer frente a las causas estructurales que aumentan la vulnerabilidad e impiden la adaptabilidad de las personas. 


En Vilagarcía gran parte de esta vulnerabilidad la que sufren los residentes del entorno del Río Con, del centro y de Rosalía De Castro. Peor lo tienen las zonas con viviendas de baja calidad, empleos precarios y de un entorno más gris por la falta de parques y mas denso por el exceso de edificación. Estos barrios también carecen de espacios verdes asequibles donde refugiarse del calor extremo.


Vilagarcía tiene escaso verde urbano, nada que se acerque a Santiago


Para enfrentar el cambio climático, el Plan de Acción por la Emergencia Climática y el Plan Natura prevén, entre otras medidas, el desarrollo de infraestructuras verdes de mayor y menor escala por toda la ciudad. En nuestra ciudad, mas la totalidad de las zonas verdes se encuentran sobre la fachada marítima, que es donde la proximidad del mar atempera la temperatura, y  son prácticamente inexistentes los jardines en el interior de la ciudad. La sombra brilla allí por su ausencia.




























































































En Vilagarcía hay que dar el paso al verde, y no al coche


Hay que dedicar recursos de adaptación para la ciudadanía, como la red de refugios climáticos  sobre todo en el interior de la ciudad creando espacios que proporcionan confort térmico al tiempo que promueven sus usos, como parques y equipamientos (bibliotecas, museos, centros cívicos, etc. Las ciudades aspiran a que en 2030 el 100% de la población tenga un refugio climático a menos de cinco minutos a pie. En muchas ciudades, las escuelas también están transformando sus patios en refugios abiertos al vecindario. Los refugios climáticos son particularmente importantes desde un punto de vista de justicia climática para las personas más vulnerables que no pueden mantener temperaturas adecuadas en sus hogares o que no tienen acceso a residencias secundarias donde escapar o refugiarse del calor y frío extremos.


Imagen de la inundación de 2006 en Vilagarcía


Es importante dar voz a la ciudadanía para las estrategias de resiliencia


Es importante también dar voz a la ciudadanía para estrategias de resiliencia (incluso espacios de refugio) adaptadas a sus necesidades. Los Espacios al aire libre que brindan protección contra el calor y el frío a través de medidas naturales (vegetación, árboles, agua), con actividades recreativas y culturales que se puedan realizar con familiares y amigos. Las medidas evitar en lo posible, y en todo caso para paliar las consecuencias de las inundaciones.


Hay que evitar la gentrificación que se ha acelerado en la última década


Si luchar por una mayor justicia climática consiste en privilegiar inversiones de adaptación en los barrios más social y ambientalmente vulnerables, se trata también de prevenir riesgos de gentrificación climática, especialmente los ligados al verde urbano, para evitar que los residentes se vean desplazados por la especulación inmobiliaria y la subida de los precios de la vivienda. El centro y la fachada marítima son las zonas mas afectadas por la gentrificación y los pisos turísticos en Vilagarcía. Ser resiliente requiere más inversion en vivienda protegida y pública, subvenciones (como los fondos ‘Next Generation’) para mejorar la calidad energética de las viviendas energívoras y expuestas a los impactos climáticos, y ayudas para el pago del alquiler y del IBI para las clases más humildes. 


Ser resiliente seguirá siendo un reto para Vilagarcía y para su comarca. Solo si partimos de principios de justicia climática, asociando necesidades climáticas con avances sociales para la ciudad y sus residentes, podremos construir una ciudad más resiliente y justa.  

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